Santo Domingo. Un familiar del activista dominicano de los derechos humanos Saúl Pérez, fallecido en Puerto Rico y traído al país para ser sepultado aquí, rompe su féretro con un martillo, en el cementerio Cristo Salvador de Santo Domingo Este. La práctica de averiar los ataúdes es para evitar que sean robados es muy extendida, pero no deja de sorprender y causar indignación porque ni a los muertos se les guarda respeto.
AP/Ramón Espinosa
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