Eso de que la apariencia es lo que cuenta es más peligroso de lo que se cree. Y si no, pregúntele a Eduardo Caraballo, un ciudadano norteamericano nacido en Puerto Rico, de madre mexicana y padre puertorriqueño y quien asegura haber sido detenido por parecer mexicano. Mexicano ilegal, concretamente.
En un principio, la detención de Caraballo en un suburbio de Chicago estuvo relacionada supuestamente con la investigación policial del robo de un auto, pero cuando su madre fue a pagar la fianza para que quedara en libertad le dijeron que no podían liberarlo porque Inmigración lo tenía detenido como un inmigrante ilegal.
“Cuando mi mamá fue a pagar le dijeron que no me podían soltar hasta averiguar si soy un ciudadano de verdad”, narró a Primera Hora el hombre de 32 años, quien mostró en ese momento toda la evidencia que demostraba que era ciudadano norteamericano, incluida la identificación oficial del estado de Illinois.
Pero ni la tarjeta de crédito, ni la chequera le sirvieron para que los agentes le creyeran. Tampoco el certificado de nacimiento con el sello del Gobierno de Puerto Rico.
Caraballo señaló que en esa redada no detuvieron a polacos, chinos ni a rusos.
“El problema con Inmigración es que a todas las gentes que parecían mexicanos fue a los que agarraron”, explicó. “I look mexican, pero el primer idioma mío es el inglés. Lo leo, lo escribo, lo hablo”, dijo para ilustrar que el único criterio que utilizaron las autoridades fue el aspecto físico.
“Me preguntaron de dónde era, dónde yo había nacido. Cuando le dije que mi papá era de Yauco se empezaron a reír”, expuso el aficionado a las embarcaciones acuáticas, tal como un tío suyo que todavía vive en el país.
Como se fue de Puerto Rico cuando apenas era un infante, Caraballo no conoce mucha información del país. Sus recuerdos se limitan a las visitas anuales que hicieron sus padres hasta que él cumplió 18 años.
Por eso no pudo contestar todas las preguntas que le hacían los agentes. “Mi papá vivía en la montaña más alta que hay en Puerto Rico”, era lo que podía responder.
Caraballo está tan seguro de que fue retenido en Inmigración por su aspecto mexicano que empezó a temer el efecto desastroso que tendría la implantación de la Ley 1070 de Arizona, un estatuto que, entre otras cosas, les otorga a las policías facultades extraordinarias para detener a personas si los agentes sospechan que son indocumentadas.
“Hasta que me pasó esto, yo no había pensado qué tanto daño le puede hacer a una persona (la 1070)”, reflexionó.
Como reclutador en la American Career College of Hair, un instituto que pertenece a su madre, nunca temió perder su trabajo, pero reconoció que cualquier otra persona probablemente hubiera quedado desempleada en el proceso.
“Yo tengo flexibilidad porque mi mamá es la dueña, pero si no fuera así, estaría en riesgo de perder mi casa”, analizó basándose en los tres días que estuvo incomunicado tras las rejas.
El susto de haber sido detenido por su apariencia fue tal que decidió cortarse el cabello y cambiar la manera de vestir. Según él, haber estado “vestido con ropa de salir” influyó en su detención. “Cuando me vestía con camisetas y en pantalones mahones nunca me preguntaron por la ciudadanía”, expuso.
Algo que nunca entendió Caraballo es la amenaza de deportarlo a México, donde nadie lo esperaba y donde no existe ningún documento que pruebe una ciudadanía mexicana.
“Me hubieran mandado a Puerto Rico a tener una vacación. Me hubiera ido con mi tío que tiene un barco en La Guancha”, dijo en tono bromista.
Aunque todavía no ha decidido tomar una acción legal contra Inmigración, si lo hace no será necesariamente por dinero, “sino para que cambien las leyes y no puedan clasificar a uno nada más que por su apariencia”.
“Yo hablo como hablo y no puedo cambiarlo”, señaló sobre su acento mexicano producto del español aprendido con su madre.
Desde que fue dejado en libertad, Caraballo ha participado de diversas actividades en contra de las detenciones de inmigrantes y aseguró que seguirá involucrado en esa lucha hasta que “Estados Unidos cambie en algo porque no es justo”.
Aunque reconoce que no tiene del todo “la mancha de plátano”, el padre de una niña de nueve años afirmó que siempre ha dicho que tiene los mejor de los dos mundos.
“Soy puertorriqueño y mexicano. Soy una de las pocas personas que puede celebrar la parada puertorriqueña y la mexicana y no estoy mintiendo”, sostuvo.
Del aspecto político de Puerto Rico, prefirió mantenerse al margen porque no tiene los elementos para opinar, pero sobre la vida cotidiana prefiere, sin dudas, Chicago.
“No estoy diciendo que Puerto Rico o México es malo, pero yo me iría (para cualquiera de los dos países) para retirarme, cuando ya no quiera trabajar”, expresó.
Por ahora, con corte nuevo pero con el mismo acento, Caraballo utilizará cualquier foro a su disposición “para que no dejen que Inmigración agarre a quien le dé la gana”...
Fuente/Arys L. Rodríguez Andino
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