La decisión de ponerse una peluca y adoptar el disfraz poco convincente de anciana, dada su altura, la tomó Assange después del escándalo internacional provocado por la publicación por WikiLeaks de un vídeo que mostraba a los pilotos de un helicóptero estadounidense ejecutando a doce personas, entre ellas dos empleados de la agencia Reuters en Bagdad, aparentemente como si estuviesen jugando a un videojuego.
Londres, (EFE).- Julian Assange se disfrazó en cierta ocasión de anciana en el Reino Unido por miedo a que le siguiesen los servicios de espionaje estadounidense, según un nuevo libro en torno al fundador de WikiLeaks. El libro, titulado en inglés "WikiLeaks- Inside Julian Assange's War on Secrecy", ha sido publicado por la editorial del diario británico de "The Guardian".La decisión de ponerse una peluca y adoptar el disfraz poco convincente de anciana, dada su altura, la tomó Assange después del escándalo internacional provocado por la publicación por WikiLeaks de un vídeo que mostraba a los pilotos de un helicóptero estadounidense ejecutando a doce personas, entre ellas dos empleados de la agencia Reuters en Bagdad, aparentemente como si estuviesen jugando a un videojuego.
Escrito por David Leigh y Luke Harding, el libro cuenta también cómo se negoció en un hotel de Bruselas el acuerdo secreto que llevó a la publicación por cuatro diarios y un semanario de una larga serie de revelaciones basadas en filtraciones de 250.000 cables diplomáticos estadounidenses.
"The Guardian", uno de los periódicos elegidos por Assange, comienza hoy la publicación serializada del libro e incluye referencias a documentos de tribunales australianos sobre su adolescencia y la extraña personalidad de quien sus partidarios llaman "el Mesías de internet".
Cuando en 1996 Assange fue condenado en Australia por "ciberpiratería", el tribunal que le juzgó pudo escuchar testimonios según los cuales se trataba de un muchacho con un trasfondo familiar "trágico" y cuya única amistad era el ordenador.
Assange se declaró culpable ante el tribunal del condado de Victoria, en Melbourne, de veinticuatro cargos de "ciberpiratería", cuentan los biógrafos, según los cuales en una ocasión aquél se presentó con un ramo de flores para una joven fiscal, lo que suscitó el siguiente comentario del abogado de Assange- "Julian, ella no quiere salir contigo, sólo quiere meterte en la cárcel".
En su introducción, el director de "The Guardian", Álan Rusbridger, reconoce que la relación entre los cinco periódicos internacionales que aceptaron publicar las filtraciones y WikiLeaks pasaron "momentos difíciles" y a veces estuvieron a punto de "degenerar en farsa". Según Rusbridger, Assange se comportó como un nuevo "tipo de editor-intermediario", dispuesto a ejercer algún tipo de control sobre la información.
Como señala su director, "The Guardian" fue durante muchos meses el único periódico del mundo anglosajón que informó sobre WikiLeaks y que utilizó en sus páginas los documentos que Assange estaba sacando a la luz.
Así, en 2007, el diario británico publicó un informe que mostraba cómo el ex presidente keniano Daniel Arap Moi se había dedicado a sacar millones de libras de su país para meterlos en cuentas secretas en más de treinta países distintos.
Sin que apenas nadie se fijara entonces en él, Assange se estaba convirtiendo en un interesante y poco habitual pionero en el uso de las tecnologías digitales para combatir a los regímenes corruptos y autoritarios, escribe el periódico. Pero la gran explosión internacional de WikiLeaks se produjo a raíz de una reunión, en junio de 2010, entre el periodista de "The Guardian" Nick Davies y Assange.
Davies trató de convencer al australiano de que lo que tenía que contar tendría mayor impacto si se aliase con uno o dos periódicos por más que otros "ciberpiratas" lo considerasen una claudicación, consejo que el fundador de WikiLeaks terminó aceptando.
EFE
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