A Judas, el traidor, uno de los 12 Apóstoles, Cristo lo amó tanto que sus palabras hacia él fueron: "mejor le hubiese valido el no haber nacido".
En la comunicación, más la de la faranduleria actual, existe una nueva clase de mercaderes que han convertido la "profesion periodistica " en una "cueva de ladrones".
"Raza de víboras", estas fueron las palabras con que Cristo, el mismo que recomienda amar a nuestros enemigos, llamaba a sus compatriotas judíos los fariseos.En la comunicación, más la de la faranduleria actual, existe una nueva clase de mercaderes que han convertido la "profesion periodistica " en una "cueva de ladrones".
El amar a nuestros enemigos no necesariamente significa compartir y estar de acuerdo con ellos. No ponemos en duda que Cristo amase a los fariseos, pero no compartió con ellos y las frases que les dirigió sonaban más a desprecio que a un amor ciego y al estar de acuerdo con ellos.
El amor no puede ser ciego. Yo podré amar, cristianamente, al que asesinó a un amigo o encarceló a un hermano, podré amar, cristianamente, o al menos no odiar, a los que han destruído a mi patria y la han esclavizado, pero de ahí a tener un contubernio con tanta maldad, un gran abismo me separa; porque el amor clama justicia y castigo ante tanto crimen. Lo contrario sería traición y cobardía ante el cadáver de mi amigo y los cadáveres de los mártires de la Patria.
Cristo habló con muchos: con aquel soldado romano que le pidió por su siervo, con Pilatos tuvo un diálogo y a Caifás le respondió sus preguntas. A Herodes, el cuatrero, vende patria, asesino, traidor, genocida, adúltero y reyecito por voluntad del poderoso Imperio Romano, a ése ni le habló y ni tan siquiera alzó Su cabeza para mirarlo.
¡Cuál no sería el desprecio y repugnancia que sentiría Cristo, hacia aquél personaje de su misma raza judía!.
A Judas, el traidor, uno de los 12 Apóstoles, Cristo lo amó tanto que sus palabras hacia él fueron: "mejor le hubiese valido el no haber nacido"
Cual no sería el amor de Cristo hacia sus enemigos, que en Jerusalen, al ver lo que sus compatriotas habían hecho del Templo de su Padre, que con aquel coraje de hombre digno, a latigazo limpio echó del templo a los mercaderes que habían convertido un "lugar de oración en una cueva de ladrones".
En la comunicación, más la de la faranduleria actual, existe una nueva clase de mercaderes que han convertido la "profesion periodistica " en una "cueva de ladrones"...
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