NUEVA YORK._ En nuevas confesiones que hizo ayer a su abogado, antes de ser presentado en la Corte Criminal de Brooklyn, Aron Levy, el descuartizador del niño judío Leiby Kleztky dijo que escuchó voces que le ordenaban asesinar al menor, antes de asfixiarlo con una toalla y luego desmembrar el cuerpo de la víctima. Las dos piernas del muchacho fueron halladas por la policía en el congelador de la nevera de su verdugo y los otros restos en un contenedor de basura, donde había tirado los pedazos del cadáver. El niño, detalló una fuente de la investigación, trató de luchar por su vida en una pelea desigual.
Según el comisionado de policía, Raymond Kelly, el matador tiene rasguños en los brazos y las muñecas, señales que el muchacho intentó salvarse enfrentándolo.
Los datos de la oficina del Médico Forense, ofrecen informes escalofriantes sobre la forma en cómo el maniático, también judío ortodoxo, ultimó al niño, quien al extraviarse de un parque a su casa, le pidió ayuda. Levi, ofreció llevar al menor a la dirección correcta, pero en vez de eso, lo condujo a su casa, donde lo asesinó sin misericordia.
Su abogado explicó que el homicida le dijo en la cárcel que sigue oyendo voces y sufriendo alucinaciones, por lo que le pidió al juez un examen psiquiátrico para determinar si sufre de demencia. En caso positivo, evadiría un juicio al no estar apto para ello.
A pesar de que confesó a la policía y a su abogado, haber matado al niño, el monstruo asesino, se declaró “no culpable” ante el magistrado ante el asombro de todos. Otro de los alegatos del criminal es el de que al enterarse de la intensa búsqueda que hacían las autoridades para encontrar al niño, entró en “pánico” y decidió “desaparecerlo” asesinándolo.
El niño pertenecía a una de las familias judía ortodoxa hasídico más prestantes del vecindario Boroug Park en Brooklyn, donde residen la mayoría de esos inmigrantes. Su asesino es también judío ortodoxo, pero no hasídico.
En la corte, el matón mostró una expresión como si estuviera “fuera de este mundo”, con una mirada fría, penetrante y perdida en la distancia. Parecía no enterarse de lo que estaba ocurriendo en la vista de instrucción de cargos o no saber ni siquiera dónde estaba.
Según el comisionado de policía, Raymond Kelly, el matador tiene rasguños en los brazos y las muñecas, señales que el muchacho intentó salvarse enfrentándolo.
Los datos de la oficina del Médico Forense, ofrecen informes escalofriantes sobre la forma en cómo el maniático, también judío ortodoxo, ultimó al niño, quien al extraviarse de un parque a su casa, le pidió ayuda. Levi, ofreció llevar al menor a la dirección correcta, pero en vez de eso, lo condujo a su casa, donde lo asesinó sin misericordia.
Su abogado explicó que el homicida le dijo en la cárcel que sigue oyendo voces y sufriendo alucinaciones, por lo que le pidió al juez un examen psiquiátrico para determinar si sufre de demencia. En caso positivo, evadiría un juicio al no estar apto para ello.
A pesar de que confesó a la policía y a su abogado, haber matado al niño, el monstruo asesino, se declaró “no culpable” ante el magistrado ante el asombro de todos. Otro de los alegatos del criminal es el de que al enterarse de la intensa búsqueda que hacían las autoridades para encontrar al niño, entró en “pánico” y decidió “desaparecerlo” asesinándolo.
El niño pertenecía a una de las familias judía ortodoxa hasídico más prestantes del vecindario Boroug Park en Brooklyn, donde residen la mayoría de esos inmigrantes. Su asesino es también judío ortodoxo, pero no hasídico.
En la corte, el matón mostró una expresión como si estuviera “fuera de este mundo”, con una mirada fría, penetrante y perdida en la distancia. Parecía no enterarse de lo que estaba ocurriendo en la vista de instrucción de cargos o no saber ni siquiera dónde estaba.
..Fuente/Autor: MANUEL ANTONIO VEGA /
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