En esta historia, la necesidad tiene cara de mujer. Isabel Polanco Peña, adicta a las drogas y al alcohol alcanzó celebridad no solo por su adicción, sino por regalar a sus nueve hijos, aunque al final de su vida colaboró en la lucha contra la delincuencia.El ser madre, indudablemente, es una bendición de Dios, pero para algunas mujeres llevar una criatura en su vientre pudiera ser un obstáculo. Este es el relato de Isabel Polanco Peña, una mujer de 42 años de edad y de piel trigueña, nacida y criada en el sector Capotillo del Distrito Nacional, que desde muy joven dejó sus estudios, sumergiéndose poco a poco en la drogadicción, el alcoholismo y la delincuencia. “Diablo Rojo”, como comúnmente era conocida, murió el pasado 21 de junio, en el hospital Francisco Moscoso Puello, ubicado en la calle Nicolás de Ovando, en la zona norte de la capital.
Su madre, Gabriela Peña Valdez (doña María), cuenta que “Morena”, como cariñosamente le llamaba, era la cuarta de sus ocho hijos. Dice que con apenas 14 años, su “niña” dejó de jugar con las muñecas y se fue a vivir con “Chago”, quien se convirtió en su primera pareja sentimental, pero también fue el responsable de que ella se sumergiera en el mundo de las drogas.
De acuerdo a doña María, su yerno Chago era un chiripero que también se dedicaba a la venta y consumo de sustancias prohibidas. “Ella comenzó en la calle desde que se casó, porque quien se la llevó era un vicioso desde los 14 años. Cuando yo supe la noticia, le dije, no te metas con ese hombre, déjate de él, pero no me hizo caso y al otro día ya ella andaba en vicios también”, expresa doña María.
Lado maternal
A los 16 años tuvo su primer vástago. Su madre explica que luego su hija concibió ocho niños más. Los dos primeros partos fueron niñas, y son las únicas que crió doña María. Hoy tienen 21 y 22 años, y visitan a su abuela esporádicamente.
Pero lamentablemente sus siguientes hijos no corrieron con la misma suerte. Debido a las condiciones precarias en las que vivían “Diablo Rojo” y su madre, se vieron en la obligación de regalar a los niños a personas que ellas entendían podían darles una mejor vida.
Esto desencadenó en el barrio Capotillo el comentario de que los niños eran vendidos, pero doña María lo refuta con vehemencia. “La gente dice que mi hija y yo vendíamos los niños, pero no es cierto, nosotras los dábamos a personas que sabíamos que podían darles mejor vida. Yo como no los podía tener se los daba a personas que tenían dinero. No puedo decir que vendí a ninguno”.
Sostuvo que su hija quedaba embarazada de diferentes hombres que no le respondían como padres y una vez los tenía se los dejaba en la casa y “seguía su camino involucrada en vicios”.
A pesar de todos los problemas que tenía “Diablo Rojo” y de estar desviada del camino correcto, su madre resalta que nunca la abandonó y cuando recibía algún dinero, esta le proporcionaba algo. “Yo no me puedo quejar de ella. A veces, ella amanecía en la calle, pero siempre que conseguía el peso venía a cualquier hora a llamarme: “Mamá, mamá, toma y me voy”, manifiesta.
Al preguntarle si nunca le recomendó a su hija algún método anticonceptivo, respondió: “ella decía que era Dios que le iba a quitar el acto de parir”.
Destino de los niños
El paradero de muchos de estos niños se desconoce. Solo de unos pocos la abuela ha tenido noticias.
Se sabe que uno de los niños fue entregado, sin cobrar nada a cambio, a Juan Polanco, un comerciante propietario de JP Comercial, en Capotillo. Este a su vez lo entregó a su prima residente en Estados Unidos, que no podía tener hijos.
El niño hoy día es un joven de 19 años de edad y está cursando la carrera de medicina, ignorando su verdadero origen. Su tío Polanco declaró que “si ese niño sabe su verdadero origen quedaría en shock ya que él piensa que es norteamericano y que esa es su verdadera familia”.
Uno de los niños contactados es “Carlitos”, nombre falso que escogimos para omitir su verdadera identidad por razones de seguridad. El menor de 11 años de edad fue entregado por “Diablo Rojo” al propietario de un colmado del sector. El niño dice sentirse bien con sus padres adoptivos, por el trato que recibe de estos. En la actualidad cursa el quinto grado de la primaria y señala que le gusta practicar béisbol y sueña con ser médico.
Según la versión de doña María, la criatura del último parto que tuvo su hija hace cuatro años fue entregada a una doctora del hospital Francisco Moscoso Puello.
Algunos de los vecinos confirman la versión de la madre de Isabel Polanco, de que Diablo Rojo no los vendía sino que los regalaba. También defienden el hecho de que haya dado los niños, porque dicen que no tenían recursos para quedarse con ellos.
Dilcia Mercedes, vecina de “Diablo Rojo” y de su madre, dijo que la última vez que Isabel Polanco quedó embarazada tuvo que asistirla en el proceso del parto. “Estaba pariendo y tuve que ayudarla, no iba a dejar que se muriera. Cuando ella me llamó, subí y ya no había tiempo de ir al hospital, después la llevamos al médico porque tenían que limpiarla”, relata su vecina más cercana.
Esta mujer expresa que de encontrarse en idéntica situación hiciera lo mismo. “Tengo cuatro hijos y si llego a esa etapa a donde ella llegó, yo los doy, si no los puedo tener... para yo sacármelos y botarlos, los doy, porque van a estar mejor”.
Versión sobre su muerte
Isabel Polanco Peña fue ingresada en el hospital Francisco Moscoso Puello con síntomas de cólera.
Según doña María, una enfermera del centro médico le dijo que su hija no estaba enferma porque, alegadamente, la habían curado. Explica que luego de tener 11 días recluida en el hospital, “Diablo Rojo” decidió irse del centro porque “tenía hambre y no le daban de comer”.
Su madre alega que ella le reclamaba a los médicos por qué no le daban alimentos. “Yo le dije a una enfermera que si ella no tenía la enfermedad que decían, por qué no le daban aunque sea una sopita, y ella respondió que no se le podía dar comida. Cuando se fue del hospital, una amiga le dio una cerveza y un paquete de galletas y de ahí dizque le vino la muerte, según ellos”, afirma con los ojos enturbiados por las lágrimas.
Su madre, Gabriela Peña Valdez (doña María), cuenta que “Morena”, como cariñosamente le llamaba, era la cuarta de sus ocho hijos. Dice que con apenas 14 años, su “niña” dejó de jugar con las muñecas y se fue a vivir con “Chago”, quien se convirtió en su primera pareja sentimental, pero también fue el responsable de que ella se sumergiera en el mundo de las drogas.
De acuerdo a doña María, su yerno Chago era un chiripero que también se dedicaba a la venta y consumo de sustancias prohibidas. “Ella comenzó en la calle desde que se casó, porque quien se la llevó era un vicioso desde los 14 años. Cuando yo supe la noticia, le dije, no te metas con ese hombre, déjate de él, pero no me hizo caso y al otro día ya ella andaba en vicios también”, expresa doña María.
Lado maternal
A los 16 años tuvo su primer vástago. Su madre explica que luego su hija concibió ocho niños más. Los dos primeros partos fueron niñas, y son las únicas que crió doña María. Hoy tienen 21 y 22 años, y visitan a su abuela esporádicamente.
Pero lamentablemente sus siguientes hijos no corrieron con la misma suerte. Debido a las condiciones precarias en las que vivían “Diablo Rojo” y su madre, se vieron en la obligación de regalar a los niños a personas que ellas entendían podían darles una mejor vida.
Esto desencadenó en el barrio Capotillo el comentario de que los niños eran vendidos, pero doña María lo refuta con vehemencia. “La gente dice que mi hija y yo vendíamos los niños, pero no es cierto, nosotras los dábamos a personas que sabíamos que podían darles mejor vida. Yo como no los podía tener se los daba a personas que tenían dinero. No puedo decir que vendí a ninguno”.
Sostuvo que su hija quedaba embarazada de diferentes hombres que no le respondían como padres y una vez los tenía se los dejaba en la casa y “seguía su camino involucrada en vicios”.
A pesar de todos los problemas que tenía “Diablo Rojo” y de estar desviada del camino correcto, su madre resalta que nunca la abandonó y cuando recibía algún dinero, esta le proporcionaba algo. “Yo no me puedo quejar de ella. A veces, ella amanecía en la calle, pero siempre que conseguía el peso venía a cualquier hora a llamarme: “Mamá, mamá, toma y me voy”, manifiesta.
Al preguntarle si nunca le recomendó a su hija algún método anticonceptivo, respondió: “ella decía que era Dios que le iba a quitar el acto de parir”.
Destino de los niños
El paradero de muchos de estos niños se desconoce. Solo de unos pocos la abuela ha tenido noticias.
Se sabe que uno de los niños fue entregado, sin cobrar nada a cambio, a Juan Polanco, un comerciante propietario de JP Comercial, en Capotillo. Este a su vez lo entregó a su prima residente en Estados Unidos, que no podía tener hijos.
El niño hoy día es un joven de 19 años de edad y está cursando la carrera de medicina, ignorando su verdadero origen. Su tío Polanco declaró que “si ese niño sabe su verdadero origen quedaría en shock ya que él piensa que es norteamericano y que esa es su verdadera familia”.
Uno de los niños contactados es “Carlitos”, nombre falso que escogimos para omitir su verdadera identidad por razones de seguridad. El menor de 11 años de edad fue entregado por “Diablo Rojo” al propietario de un colmado del sector. El niño dice sentirse bien con sus padres adoptivos, por el trato que recibe de estos. En la actualidad cursa el quinto grado de la primaria y señala que le gusta practicar béisbol y sueña con ser médico.
Según la versión de doña María, la criatura del último parto que tuvo su hija hace cuatro años fue entregada a una doctora del hospital Francisco Moscoso Puello.
Algunos de los vecinos confirman la versión de la madre de Isabel Polanco, de que Diablo Rojo no los vendía sino que los regalaba. También defienden el hecho de que haya dado los niños, porque dicen que no tenían recursos para quedarse con ellos.
Dilcia Mercedes, vecina de “Diablo Rojo” y de su madre, dijo que la última vez que Isabel Polanco quedó embarazada tuvo que asistirla en el proceso del parto. “Estaba pariendo y tuve que ayudarla, no iba a dejar que se muriera. Cuando ella me llamó, subí y ya no había tiempo de ir al hospital, después la llevamos al médico porque tenían que limpiarla”, relata su vecina más cercana.
Esta mujer expresa que de encontrarse en idéntica situación hiciera lo mismo. “Tengo cuatro hijos y si llego a esa etapa a donde ella llegó, yo los doy, si no los puedo tener... para yo sacármelos y botarlos, los doy, porque van a estar mejor”.
Versión sobre su muerte
Isabel Polanco Peña fue ingresada en el hospital Francisco Moscoso Puello con síntomas de cólera.
Según doña María, una enfermera del centro médico le dijo que su hija no estaba enferma porque, alegadamente, la habían curado. Explica que luego de tener 11 días recluida en el hospital, “Diablo Rojo” decidió irse del centro porque “tenía hambre y no le daban de comer”.
Su madre alega que ella le reclamaba a los médicos por qué no le daban alimentos. “Yo le dije a una enfermera que si ella no tenía la enfermedad que decían, por qué no le daban aunque sea una sopita, y ella respondió que no se le podía dar comida. Cuando se fue del hospital, una amiga le dio una cerveza y un paquete de galletas y de ahí dizque le vino la muerte, según ellos”, afirma con los ojos enturbiados por las lágrimas.
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