El fenómeno lleva intrigando a propios y extraños durante siglos ya que existen registros que documentan estas "rocas que caminan" desde mediados del siglo XVIII, y algunas han viajado cientos de metros tierra adentro procedentes del mar.
Un paraíso natural que todavía reúne algunos de los más románticos elementos de la tradición irlandesa... fortalezas celtas con miles de años de antigüedad, fascinantes paisajes repletos de acantilados y unas gentes forjadas con el duro acero de las olas del mar que siguen hablando la vieja lengua gaélica.
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Paisajes y paisanajes que, entre ruinas celtas y leyendas de druidas, esconden también algunos misterios a los que la ciencia no podía dar una respuesta concluyente.
Incógnitas que traían de cabeza a los más destacados geólogos que se preguntaban cómo podían moverse por sí solas rocas de más de 70 toneladas desde el mar hacia tierra firme.
Que una roca de más de 78 toneladas se haya desplazado más de 130 metros desde el mar hasta la costa irlandesa en apenas dos décadas era algo que los geólogos no podían explicar, puesto que se pensaba que tan solo un tsunami tendría la fuerza necesaria para mover ese gran peso tan lejos.
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Que una roca de más de 78 toneladas se haya desplazado más de 130 metros desde el mar hasta la costa irlandesa en apenas dos décadas era algo que los geólogos no podían explicar, puesto que se pensaba que tan solo un tsunami tendría la fuerza necesaria para mover ese gran peso tan lejos.
Sin embargo, Ronadh Cox, profesor del departamento de Geociencia en el William College cree haber descubierto el enigma de las rocas viajeras. Su trabajo, basado en la medición con GPS, indica que no es necesario un tsunami... el oleaje de esa zona durante las tormentas podría ser suficiente para mover rocas de hasta 100 toneladas.
El profesor Cox explica que hay una tendencia a atribuir a los tsunamis el movimiento de grandes objetos de peso, pero en Aran no se ha registrado uno desde hace siglos.
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Las olas de tormenta tienen la fuerza suficiente para desplazar grandes rocas a una velocidad de 5 a 10 metros por año, pero dependiendo del volumen, pueden ir mucho más deprisa. Cox ha localizado una roca que ha recorrido 69 metros en solo un año.
En cuanto a la famosa roca de 78 toneladas, un habitante le contó a Cox que había aparecido repentinamente en 1991, tras una noche de fuerte tormenta.
El profesor Cox explica que hay una tendencia a atribuir a los tsunamis el movimiento de grandes objetos de peso, pero en Aran no se ha registrado uno desde hace siglos.
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En cuanto a la famosa roca de 78 toneladas, un habitante le contó a Cox que había aparecido repentinamente en 1991, tras una noche de fuerte tormenta.
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