El coche de Google avanza en su aproximación de las calles. Hablamos de ese automóvil con el que los de Mountain View quieren librar al conductor de la tarea de pilotar el vehículo. Este ingenio ya cuenta con el permiso de las autoridades del estado de California para hacer uso de las vías públicas. No obstante, la aprobación, que estuvo respaldada en la firma del permiso por el gobernador de la región, Jerry Brown, y el cofundador de Google, Sergey Brin, cuenta con un par de consideraciones.
Para empezar, la circulación del coche autodirigido de Google se limita a pruebas, pudiendo disponerse de las vías de California siempre y cuando esté acreditada esta condición. Y además, el coche debe estar tripulado. Dicho de otro modo, aunque el vehículo atraviese las calles y carreteras del estado siguiendo indicaciones informáticas, en el asiento del conductor debe haber una persona que además cuente con el permiso en regla para que, en caso de error, pueda hacerse con los mandos del automóvil.
Con esto, la realidad de los vehículos que lleven a las personas, y no al revés, está un poco más cerca. Se trata de un asunto espinoso, cuya espada de Damocles reside precisamente en el factor humano. Según conocemos a través de El País, Raj Rajkumar, investigador que trabaja en proyectos coordinados entre la Universidad de Pittsburgh y la norteamericana General Motors, asegura que la intervención de la máquina en la toma de decisiones de algunas situaciones peliagudas durante la intervención podría evitar una parte de los accidentes de tráfico que proceden de errores ligados al conductor.
¿Y para cuándo podríamos tener algunos de estos ingenios por las calles? Es difícil precisarlo. El sueño de Google de hacer que se vean coches sin conductor pululando a sus anchas está sujeto precisamente al hecho de limitar al mínimo el margen de incertidumbre que haga a la máquina más infalible que al humano en la toma de decisiones a la que acabamos de aludir. En el rotativo español se recoge la opinión de Ricardo Chicharro, director del laboratorio de ideas del INTA, quien sugiere que la tecnología vigente no dispone de la inteligencia suficiente como para asegurar el funcionamiento preciso por el momento.
Google ha estado trabajando, entre otras, con la compañía japonesa Toyota en el equipamiento de los sistemas necesarios para hacer que este proyecto sea una realidad, que no sólo despliega el interés en este sistema de conducción automática, sino que también lo hace por el carácter sostenible de la propuesta, ya que se estarían empleando vehículos eléctricos e híbridos en este trabajo.
La firma del acuerdo en California, que continúa a otros en Nevada y Florida, se produce coincidiendo con el catorce aniversario del buscador que es innegable bandera de Google. Casi tres lustros en los que la multinacional estadounidense ha diversificado su actividad con productos de innovación que se desarrollar en el campo de la realidad aumentada, los sistemas operativos, los servicios de localización o la telefonía, entre otros.
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Para empezar, la circulación del coche autodirigido de Google se limita a pruebas, pudiendo disponerse de las vías de California siempre y cuando esté acreditada esta condición. Y además, el coche debe estar tripulado. Dicho de otro modo, aunque el vehículo atraviese las calles y carreteras del estado siguiendo indicaciones informáticas, en el asiento del conductor debe haber una persona que además cuente con el permiso en regla para que, en caso de error, pueda hacerse con los mandos del automóvil.
Con esto, la realidad de los vehículos que lleven a las personas, y no al revés, está un poco más cerca. Se trata de un asunto espinoso, cuya espada de Damocles reside precisamente en el factor humano. Según conocemos a través de El País, Raj Rajkumar, investigador que trabaja en proyectos coordinados entre la Universidad de Pittsburgh y la norteamericana General Motors, asegura que la intervención de la máquina en la toma de decisiones de algunas situaciones peliagudas durante la intervención podría evitar una parte de los accidentes de tráfico que proceden de errores ligados al conductor.
¿Y para cuándo podríamos tener algunos de estos ingenios por las calles? Es difícil precisarlo. El sueño de Google de hacer que se vean coches sin conductor pululando a sus anchas está sujeto precisamente al hecho de limitar al mínimo el margen de incertidumbre que haga a la máquina más infalible que al humano en la toma de decisiones a la que acabamos de aludir. En el rotativo español se recoge la opinión de Ricardo Chicharro, director del laboratorio de ideas del INTA, quien sugiere que la tecnología vigente no dispone de la inteligencia suficiente como para asegurar el funcionamiento preciso por el momento.
Google ha estado trabajando, entre otras, con la compañía japonesa Toyota en el equipamiento de los sistemas necesarios para hacer que este proyecto sea una realidad, que no sólo despliega el interés en este sistema de conducción automática, sino que también lo hace por el carácter sostenible de la propuesta, ya que se estarían empleando vehículos eléctricos e híbridos en este trabajo.
La firma del acuerdo en California, que continúa a otros en Nevada y Florida, se produce coincidiendo con el catorce aniversario del buscador que es innegable bandera de Google. Casi tres lustros en los que la multinacional estadounidense ha diversificado su actividad con productos de innovación que se desarrollar en el campo de la realidad aumentada, los sistemas operativos, los servicios de localización o la telefonía, entre otros.
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