Estamos acostumbrados a ver en los medios pedidas de mano de lo más románticas, curiosas o divertidas. Pero sin duda esta es una de las más surrealistas e incluso de mal gusto de la que tenemos constancia. A Alexey Byvok, de 30 años, no se le ocurrió mejor idea para saber si su chica realmente le amaba que fingir su propia muerte antes de pedirle matrimonio. Y funcionó.
Este empresario ruso contrató a un director, un guionista y toda una legión de actores, dobles y maquilladores para que le ayudaran a realizar la más espectacular de las pedidas: debía morir en un accidente de tráfico. De manera ficticia, por supuesto.
El equipo se puso manos a la obra y Alexey citó a su novia, Irena Kolokov, en el lugar del siniestro. Cuando llegó, se topó con multitud de coches destrozados, humo por todas partes y ambulancias, pero lo peor fue cuando vio al que fuera su novio tendido en el suelo rodeado de sangre. "Un paramédico me dijo que acababa de fallecer y rompí a llorar", contó Irena.
Fue en ese momento cuando el 'muerto' se incorporó y sin mediar palabra le pidió matrimonio. "En ese momento estaba tan enfadada que casi le mato de nuevo, esta vez de verdad", reconoció. Pero, tras pasar los primeros segundos de estupefacción, pronunció el esperado "sí quiero", y la pareja se casó la pasada semana.
Una vez se salió con la suya, un arrogante Byvok adujo que "solamente quería que ella se diese cuenta de lo vacía que sería su vida sin mí". "Creo que ha funcionado, aunque prometo que será la última vez", sentenció. Y vosotros, ¿qué hubierais contestado?
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Este empresario ruso contrató a un director, un guionista y toda una legión de actores, dobles y maquilladores para que le ayudaran a realizar la más espectacular de las pedidas: debía morir en un accidente de tráfico. De manera ficticia, por supuesto.
El equipo se puso manos a la obra y Alexey citó a su novia, Irena Kolokov, en el lugar del siniestro. Cuando llegó, se topó con multitud de coches destrozados, humo por todas partes y ambulancias, pero lo peor fue cuando vio al que fuera su novio tendido en el suelo rodeado de sangre. "Un paramédico me dijo que acababa de fallecer y rompí a llorar", contó Irena.
Fue en ese momento cuando el 'muerto' se incorporó y sin mediar palabra le pidió matrimonio. "En ese momento estaba tan enfadada que casi le mato de nuevo, esta vez de verdad", reconoció. Pero, tras pasar los primeros segundos de estupefacción, pronunció el esperado "sí quiero", y la pareja se casó la pasada semana.
Una vez se salió con la suya, un arrogante Byvok adujo que "solamente quería que ella se diese cuenta de lo vacía que sería su vida sin mí". "Creo que ha funcionado, aunque prometo que será la última vez", sentenció. Y vosotros, ¿qué hubierais contestado?
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